De ser maltratada a atleta olímpica
La mexicana Úrsula Sánchez tiene una vida llena de superación y esfuerzo. En la maratón de los Juegos Olímpicos de Tokio fue la mejor clasificada de su país, finalizando en el puesto 64, pero más allá de ello, sobresale por haber dejado atrás y reponerse del maltrato familiar.
Las 2 horas y 45 minutos para completar los 42 kilómetros en Sapporo equivalen al valor de esta mujer para superar muchos de los inconvenientes que debió afrontar en su vida. La maratonista jalisciense, de 33 años, corrió por ella y por su hija Zoé.
Su hija, la inspiración
Zoé, de 6 años, acompaña a su madre en cada uno de los entrenamientos y es quien le transmite la motivación diaria para superarse. «Trato de dar el extra para que vea que soy la mejor y que lo disfruto. Eso me hace feliz», revela.
«Desde los 12 años soy una mujer independiente, he vivido en lugares sola», sostiene, al tiempo que agrega: «El error de las mujeres es creer que debemos soportar una vida de tristeza, de golpes y de sufrimiento por tus hijos. Al contrario, por ellos debes de salir de ahí. Y a veces pensamos en aguantar al hombre porque es tu esposo y el padre de tus hijos».
«Tenemos que darles a nuestros hijos el ejemplo de que la vida no es de golpes, de maltratos, de gritos ni abusos», destaca.
Sobre su crecimiento y vida, Úrsula expresó: «Tener un trabajo e independencia te hace sentir esa seguridad para seguir adelante. Mi hermana también lo vivió por más de 18 años: golpes y abusos hasta que se animó a dejar a esa persona porque tuvo mi apoyo al darle trabajo, eso la hizo sentir empoderada».
«Siempre hay que buscar personas y situaciones que nos den el valor para esas decisiones. A lo mejor yo también me tardé, pero ese pasado me ha ayudado a tener fortaleza y a tomar decisiones importantes», detalló.
Sin apoyo ni dinero
En diálogo con medios mexicanos, Úrsula contó: «En estos años que tengo corriendo me ha pasado de todo: una separación, malas decisiones, violencia familiar, no tener dinero, no tener apoyos, vivir en una ciudad donde no tengo a nadie. Tantas cosas tan fuertes y aun así he salido adelante».
«Al ir a unos Juegos Olímpicos o dar una marca lo ven como el máximo logro, y sí, pero detrás de eso tenemos una historia muy difícil. Y todo eso es lo que nos lleva a lograrlo. Si no hemos sufrido, llorado y gozado, no lo vamos a disfrutar y no va a valer tanto la pena», comentó la atleta.
A su vez, agregó: «Abrirte las puertas como mujer y como mamá soltera independiente es muy difícil. A veces dicen: ‘se quiere hacer la pobrecita’, pero cualquier mamá, aunque no sea deportista, sabe lo difícil que es sacar a tus hijos adelante. Yo me siento orgullosa de poder lograrlo y de representar a todas esas mujeres».