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Desgarro muscular: ¿cómo tratarlo?

El desgarro, una dolencia típica de cualquier deportista, es importante saber el grado de lesión y cómo recuperar la zona afectada lo mejor posible.

Los desgarros musculares son uno de los problemas típicos que puede sufrir cualquier deportista. Por eso es importante saber exactamente en qué consisten y cómo recuperarlos lo mejor posible. En primer término hay que saber que se trata de una lesión causada por el estiramiento excesivo de las fibras musculares. Y esta distensión muscular puede aparecer de forma aguda o desarrollarse con el tiempo.

Los desgarros suelen ser dolorosos y dar lugar a hinchazón y moretones. Además, dependiendo del grado de la lesión habrá diferentes niveles de dificultad en el movimiento del músculo.

Desgarro – Los diferentes tipos

Los tipos de desgarros que se pueden sufrir son los siguientes:

Grado 1: se limita a unas pocas fibras musculares. La funda que encierra el músculo, conocida como fascia, se mantiene intacta.

Grado 2: más fibras están lesionadas, pero la fascia se mantiene intacta.

Grado 3: implica aún más fibras dañadas y la fascia está desgarrada parcialmente.

Grado 4: se define como un desgarro completo del músculo y la fascia.

La mejor manera de prevenir los desgarros es hacer un buen pre calentamiento con algún tipo de ejercicio cardiovascular, para así aumentar la temperatura corporal. Eso provocará una mayor elasticidad de los músculos y, por lo tanto, será menos probable que éstos se desgarren.
Lo ideal es realizar varias series iniciales, ligeras y progresivas de los ejercicios a realizar.

Esto incrementará aún más la temperatura y el flujo de sangre a los músculos. Y se debe saber que no es conveniente realizar estiramientos estáticos antes de entrenar con pesas. En cuanto al tratamiento para recuperar un desgarro, se debe descansar la zona afectada; aplicar hielo en el área de inmediato, para ayudar a reducir el dolor y la hinchazón; realizar compresión usando un vendaje elástico; y mantener elevada la zona afectada cuando sea posible.

Por último, hay que tener en cuenta que no sentir un dolor severo no significa necesariamente que la lesión no sea grave. Además, una lesión menor puede convertirse rápidamente en una de las principales si no se maneja adecuadamente, por lo que conviene prestar atención a estos detalles a fin de prevenir posibles complicaciones a futuro. Por eso, más allá de los consejos de esta nota, siempre lo mejor es visitar a un especialista para que ayude a determinar el grado de la lesión y la mejor manera de tratarla.