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Correr más lento para ser más rápido, las razones

Muchas veces los corredores cometen el error de llevar al límite su cuerpo y correr a la máxima velocidad posible. Puede parecer algo lógico: cuanto más deprisa entrenes, más deprisa correrás el día de la prueba y mejor marca conseguirás, ¿verdad? Pues la realidad es que no. Por paradójico y contradictorio que suene, hay que correr despacio para correr de prisa.

O al menos así lo explica Dathan Ritzenhein, tres veces atleta olímpico con Estados Unidos y actual entrenador del On Athletics Club. Ritzenhein, junto con otros expertos y atletas, defienden la idea de que correr a un ritmo tranquilo y constante es tremendamente beneficioso de cara a una carrera.

Por qué hay que correr despacio

Dathan Ritzenhein explicó para on.com que si corres rápido durante muchos días seguidos estás cometiendo un gran error. La clave está en dedicar algunos entrenamientos a mejorar la velocidad y, por otro lado, correr despacio durante algunos días para permitir que el cuerpo asimile el esfuerzo y se recupere antes de la siguiente salida. “Es importante equilibrar estos dos tipos de sesiones”, afirma el estadounidense.

De algún modo se trata de diferenciar entre un ritmo de zona aeróbica, que es aquel que no supera el 80% de la frecuencia cardiaca máxima, y ritmo de zona anaeróbica, que es cuando subes la intensidad y aceleras el ritmo. Si todos los días haces un entrenamiento anaeróbico (rápido), no estarás dejando que tus músculos descansen ni asimilen la distancia que eres capaz de recorrer.

Del mismo modo, Ritzenhein aclara que “si todas tus sesiones son a un ritmo de fondo y nunca corres deprisa, lo más probable es que no aproveches todo tu potencial”. En definitiva, los profesionales incluyen dos o tres entrenamientos a ritmo alto por semana, y el resto de sesiones las hacen escuchando a su cuerpo para adaptar el ritmo y la distancia.

La importancia de escuchar al cuerpo

Otro error que no se debe cometer es ignorar lo que pide el cuerpo. Cada persona tiene unas condiciones, y cada día tus músculos pueden estar más o menos fatigados. Sobre este tema, Ritzenhein explica que “es importante esforzarse al máximo en los días duros, pero también lo es escuchar a tu cuerpo en los fáciles para poder darlo todo el siguiente día de entrenamiento exigente”.

En otras palabras, hay que darle importancia a los días en los que corres lento pero a un ritmo continuado, porque son los que te permiten llegar en el mejor estado al día de la prueba.