Es una dura realidad, pero imposible de esconder ni a casi 9.000 metros de altura. Y es que algunas zonas del Himalaya, como el Everest, el pico más alto del mundo, están plagadas de restos de basura que lo han convertido en un auténtico vertedero.
Así lo pone de manifiesto, por ejemplo, el empresario y escalador francés Luc Boisnard, fundador de la iniciativa Himalayan Clean-Up, un proyecto comunitario de limpieza que pretende crear conciencia sobre la contaminación del Himalaya.
Y es que desde que la región comenzó a abrirse al turismo en 1920 los restos que han ido dejando los escaladores, como latas, bolsas, botellas de oxígeno e incluso excrementos, se han ido acumulando con los años.
La problemática se ha intensificado en los últimos tiempos, pues la guerra de precios de las empresas dedicadas a este tipo de viajes, ha hecho que cada vez sea más asequible y fácil llegar a diferentes picos del Himalaya.
Esto ha provocado a su vez no sólo que acudan muchos más alpinistas, sino que muchos de ellos sean inexpertos y no tan concienciados con el cuidado del medioambiente, con los indeseados y perjudiciales efectos colaterales que ello conlleva.
En muchas ocasiones, al estar cansados y para aligerar su equipaje, una parte de estos alpinistas van dejando algunas de sus pertenencias por el camino, en campamentos, senderos o en la propia cumbre.
También, como recoge The Times, en palabras de Luc Boisnard, algunos de ellos acaban en los glaciares, donde permanecen congelados por cientos de años.
En una entrevista de 2018 a El País, el guía nepalí Pemba Dorje Sherpa ya denunciaba la situación: «Es asqueroso, un espectáculo repugnante», afirmó. «La montaña tiene toneladas de residuos».
Es por ello que cada vez van surgiendo más iniciativas y organizaciones que buscan hacer frente a esta problemática. Algunas incluso a nivel estatal, tanto en la parte nepalí como en la tibetana.
Una de ellas pasa por obligar a los alpinistas a traer de vuelta una cantidad concreta de basura y desperdicios después de completar su ascenso.
Las acciones de Nepal para cuidar el Everest
Nepal decidió comenzar a pedir una cantidad de dólares como fianza, que era devuelta si cada alpinista bajaba con, al menos, ocho kilos de desechos. Una medida que también se seguía en la lado tibetano, que además impuso la medida de una multa de 100 dólares por kilo que faltara.
Pero a pesar de todas estas medidas, sigue siendo un problema al que hay que sumar, además de la falta de concienciación, las inclemecias del tiempo y las dificultades logísticas a la hora de recoger los deshechos.
Además, a ello hay que sumar que el cambio climático está provocando que se agrave la situación, al aflorar otras montañas de basura (e incluso cadáveres que fallecieron en la montaña) que habían permanecido ocultas durante años por la nieve y el hielo.
El plástico se ha convertido en una auténtica amenaza y podemos ya encontrarlo en sitios insospechados: desde las profundidades de los océanos hasta en el techo del planeta, como lo son los picos más altos del mundo. Y en nuestra mano está hacer algo para tratar de solucionarlo.