Razones por las que se puede estar perdiendo músculo
Hay dos motivos principales y relacionados entre sí, por los cuales la masa muscular de un correr se degrada. Te lo contamos en esta nota.
El catabolismo muscular es la forma técnica de referirse a lo que muchos corredores llaman “perder músculo”. Y al respecto hay muchos temores y confusiones que intentaremos aclarar en esta nota. En primer lugar definiremos algunos conceptos básicos, comenzando por el metabolismo, que consiste en un conjunto de reacciones químicas que tienen lugar en las células de nuestro cuerpo, que transforman la energía que contienen los alimentos que ingerimos en el combustible que necesitamos para funcionar (como respirar, digerir o movernos).
Este metabolismo funciona de dos maneras: a través del catabolismo y del anabolismo. Este último es la sucesión de reacciones químicas que construyen o sintetizan moléculas a partir de componentes más pequeños. El anabolismo muscular, por ejemplo, es el desarrollo del músculo. Y a su vez para que se produzcan estas reacciones se necesita de los suministros que provee el catabolismo. ¿Y en qué consiste el catabolismo muscular? En la degradación del músculo para suministrar la energía necesaria para realizar una determinada actividad. Así, mientras el anabolismo es el responsable de construir nuevas moléculas, el catabolismo es responsable de descomponer otras.
Para que un cuerpo esté en un “estado catabólico” se tienen que dar algunas circunstancias. Y a continuación, entonces, te contaremos las dos principales razones por las que un corredor puede estar perdiendo músculo. Se trata de factores que están íntimamente relacionados y que deben ser considerados en forma conjunta.
1) Elevado volumen: cuando se corre se utiliza energía. Y la cantidad que utilizamos para correr un 10K es significativamente menor que la que se utiliza para una maratón. Las estimaciones establecen que el costo energético de cada kilómetro es de una caloría (kcal) por cada kilogramo de peso corporal del corredor (ce= 1 kcal x kg de peso corporal). Así, un corredor de 70 kilogramos necesita de 70 kcal de energía para poder correr un kilómetro, y 2953 kcal para correr los 42 kilómetros de un maratón.
Si semanalmente se corren 100 kilómetros, hará falta mucha más energía. Y cuanta más energía se necesite, mayor será el riesgo de entrar en estado catabólico. Aquí es, justamente, donde comienza a tener mucha importancia el siguiente punto.
2) Mala alimentación: la energía que un corredor puede almacenar ingresa al cuerpo a través de los alimentos y fluidos que se consumen diariamente. Las dos grandes fuentes son las grasas y los carbohidratos. Por un lado, las grasas almacenadas en nuestro cuerpo son una fuente casi ilimitada de energía (puedes correr más de un maratón con ellas). Por otra parte, cuando se consumen alimentos ricos en hidratos de carbono (pan, harinas, cereales) el cuerpo lo almacena en forma de glucógeno en el hígado (glucógeno-hepático) y en los músculos (glucógeno-muscular), para que pueda ser fácilmente accesible cuando se necesita de energía.
Las reservas de carbohidratos existentes en nuestro cuerpo (glucógeno) son realmente limitadas, ya que un corredor de 70 kilogramos puede almacenar aproximadamente 1.500 kcal de glucógeno, prácticamente suficientes para correr 21K sin problemas. Pero no más que eso. Claro que afortunadamente la energía no proviene en forma exclusiva de una sola fuente energética, y siempre hay contribución de una u otra y en diferentes cantidades (siempre hay una que aporta más que la otra). Es decir que cuando se corre el cuerpo utiliza ambas fuentes de energía, pero seleccionará cual será la predominante dependiendo de diversos factores (que se combinan).
¿Qué ocurre cuando se vacían las reservas de glucógeno? En esos casos las proteínas pueden convertirse en un importante combustible. Pero para conseguirlas el cuerpo degradará músculo. Que esto suceda durante una maratón no es demasiado grave, y hasta es parte de las consecuencias naturales de una prueba tan desafiante. El problema es cuando, como consecuencia de los entrenamientos y/o de la alimentación diaria, se produce esta degradación del músculo. Por eso, y en conclusión, hay que tener cuidado de estar siempre bien alimentados, para no terminar perdiendo peso. Lo mejor, de acuerdo al tipo de actividad y carreras de las que participemos generalmente, es consultar a un nutricionista y no descuidar este factor tan importante.